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 Obras rechazadas

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GuillermoLinares
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Cantidad de envíos : 547
Fecha de inscripción : 24/04/2007

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MensajeTema: Obras rechazadas   Obras rechazadas Empty03.09.08 4:18

Cuelgo aquí tres obras que en julio mandé a un portal literario y me fueron rechazadas. Son obras que tenía escritas desde hace algún tiempo y que encontré buscando en el baúl de los recuerdos. Sin más preámbulo:


Cuando quería


Cuando quería
miraba el pájaro a la flor
y la flor sonreía.
Cuando quería
acariciaba el pájaro a la flor
y la flor sonreía.
Cuando quería
piaba el pájaro a la flor,
cuando él quería...

Y, mientras le sonreía,
se alejaba el pájaro de la flor,
porque quería.

Y la flor se estiraba,
pues le quería
y tanto quería
que iría al pájaro la flor...
pero la flor no podía.


Bustam y el Dragón de Oro y Sangre


El caballero luchaba contra el Dragón de Oro y Sangre, la criatura más feroz y hermosa que ha existido nunca en el exótico reino de Lucibello. Sólo para llegar hasta su guarida había tenido que atravesar el Valle de los Gigantes, frontera entre el país del caballero y el país del Dragón.
En el Valle de los Gigantes había sido perseguido por aquellos que daban nombre al lugar, herido por las serpientes del rey del valle y maldecido por una bruja hermosa de la que no pudo evitar enamorarse. Pese a todo había logrado salir de allí lo suficientemente entero como para continuar el viaje.
Una noche llegó a la Gran Pradera de las Flores del Dragón de Oro y Sangre. Era una pradera ornamentada por las más deslumbrantes plantas. Las margaritas tenían el tamaño de las catedrales y las espinas de las rosas eran más grandes que un hombre. En aquella pradera solía alimentarse el Dragón, por eso el caballero, que se llamaba Bustam, pensó en esperar allí. Pero las flores eran carnívoras y le atacaron. Milagrosamente logró salvarse. Su caballo no. Más magullado que nunca llegó hasta la Ciudad Buscada; en la Taberna del Viajero Valeroso conoció al afamado, y también caballero, Orrel, que le dijo, por fin, cuál era el camino a seguir para llegar hasta la guarida del Dragón de Oro y Sangre.
El caballero luchaba contra el Dragón de Oro y Sangre, la criatura más feroz y hermosa que ha existido nunca en el exótico reino de Lucibello. Le había estado buscando durante años. Desde que había sabido de su existencia Bustam había perseguido al Dragón.
En el Valle de los Gigantes, la bonita bruja Bilda le preguntó por qué lo hacía.
-Es la criatura más hermosa de la tierra, una criatura que nació para la lucha. Dicen que de una bocanada puede quemar toda una montaña. Yo quiero ofrecerle mi más profunda admiración.
-¿Cómo piensas hacerlo?
-Le mataré o me matará.
-No lo hagas... no me gustaría verte muerto...
-Tengo que hacerlo. Desde que oí hablar de él por primera vez, sus hazañas, su mito... jamás he dejado de anhelar presentarle mis respetos.
-¿Y no has pensado en sacrificar a una cabra y dejársela frente a su guarida, para que la coma? ¿No sería una buena forma de ofrendarle?
-Eso sería un insulto para cualquier dragón, mucho más para él. La única forma de respetarle es enfrentarme a él en un combate a muerte.
-Pero es muy probable que él te mate...
-Después de conocerte ya no necesito ver más mundo. Pero precisamente por eso ahora no tengo miedo a la muerte. Antes caminaba decidido, a pesar del miedo. Ahora nada me asusta ya.
En la Taberna del Viajero dialogó con Orrel. Orrel no quería seguir siendo caballero, decía que lo iba a dejar.
-Ya no me quedan motivos por los que seguir luchando y además amo a una mujer. Cuando vuelva con ella no me separaré nunca más de su lado.
-Eso mismo pienso hacer yo. Tanto si venzo al Dragón de Oro y Sangre, como si no, esta será mi última batalla.
-Quizás deberías dejarlo ya. Es muy probable que el Dragón de Oro y Sangre ponga fin a tus días. Es una criatura hecha para matar. Desde sus escamas amarillas y rojas, que son prácticamente indestructibles, hasta su forma de ingente cocodrilo alado... todo en él es en función de la lucha. Quizás deberías dejarlo ya.
-No. Toda mi vida deseé luchar contra un ser mitológico. Por eso me hice caballero. Cuando lo logre dejaré la caballería. Además yo también amo a una mujer... y aunque carece de ralea, su corazón palpita con mayor nobleza que ninguno.
El caballero luchaba contra el Dragón de Oro y Sangre, la criatura más feroz y hermosa que ha existido nunca en el exótico reino de Lucibello. Había logrado escapar de la primera ígnea bocanada. Esperaba, escondido tras una roca, su oportunidad. Pero el Dragón levantó el vuelo y desde los cielos descubrió a Bustam. Bajó en picado, como un halcón, en dirección suya. El caballero esquivó por poco. El Dragón había hecho un gran boquete en la tierra y ahora se encontraba en su interior. Salió por otro sitio, intentando sorprender al enemigo. Bustam reaccionó dando muestra de su gran destreza. Esquivó a la criatura al tiempo que alargó la mano para agarrarse a una escama del rostro de aquella suerte de sierpe.
Ahora volaba, aferrándose lo mejor que podía, sobre la cabeza del Dragón de Oro y Sangre. En determinado momento pudo ponerse a horcajadas en la nuca, sujetarse apretando con los pies, levantar una escama lo suficiente como para introducir la espada en el colodrillo y vencer...
-¿Así, tan fácil? ¿De este modo concluyen mis aventuras? ¿Hasta aquí llega el mito del Dragón de Oro y Sangre? – dudó justo antes de clavar el arma.
Durante un par de segundos Bustam no se decidió por acabar con aquello, tras lo cual el Dragón de Oro y Sangre había dado una sacudida tal que el caballero caía al suelo y se desnucaba contra una roca.


Garzos Ojos


Le veo subir al autobús cada mañana por delante mía. Veo su mirada perdida y su rostro preocupado. Le calculo cerca de los treinta. Suele caminar un tanto cabizbajo y con el gesto grave. Es como si se encerrase en sí mismo, enfadado contra este mundo hostil.
Su mirada es azul. Un hombre de mirada azul, tan propio de Andalucía. Esa mirada azul tan característica entre los andaluces, pero tan olvidada por los creadores de tópicos. Normalmente esas miradas andaluzas son inteligentes, avispadas, temibles: Dan un poco de miedo porque parece que en cuanto te despistes te robarán la cartera y desaparecerán en un instante, sin darte tiempo a reaccionar. Esas miradas acostumbradas a la picaresca obligada de un pueblo que ha sido explotado durante tantos siglos... Esa mirada que él no tiene, a pesar de sus garzas pupilas. Sus ojos son pura bondad, pura inocencia. A pesar del mohín grave que siempre trae consigo, esos ojos destellean una bondad y una vitalidad encerradas, protegidas en lo más hondo de su gran cuerpo de hombre.
Es corpulento pero no intimida nada. Parece vivir en el interior de un escudo que le protege de este mundo tan perverso, este mundo que intuyo que no comprende.
En sus firmes manos se protege una cartera de cuero. La lleva todos los días, hoy también, al igual que la camisa azul de cuadros o el cinturón oscuro y sobrio que le sujeta los pantalones de vestir.
Está cuidadosamente peinado, aunque a veces trae barba de dos o tres días.
Desconozco en qué trabaja, pues a pesar de todo trabaja. Como cualquier hombre. Y él es un hombre.
Su distintivo, como ya digo, es su mirada. Parece carecer de la inteligencia suficiente. Parece que es una mirada sobrepasada, que apenas alcanza a comprender lo que es un autobús. Es tan distinto a todos nosotros...
Hoy he podido contemplarle bien, porque me he sentado enfrente suya. No mira a nadie. Probablemente sepa que le observo indisimuladamente, casi puedo detectarlo en su faz, quizás más tensa de lo habitual, pero él no me responde. Normalmente nosotros, los listos, respondemos con miradas chulescas, que suelen decir "sé que me estás mirando, ¿qué pasa, tengo moros en la cara?". Él no. Él mira hacia otro lado, siempre con gravedad. Me ignora y me hace sentir inferior por ello. ¡Qué forma tan sencilla de vencerme! Y seguro que no sabe de su victoria.
Su trayecto es corto. No tarda en bajarse tres o cuatro paradas después de subir. Aferrado a su cartera desaparece caminando lentamente, mientras el autobús se aleja en la dirección opuesta. Entonces observo al resto de los viajeros. ¡Qué listos que presumen todos de ser! Y lo que más me angustia es que yo soy uno de ellos.
En ocasiones pienso que en estos seres inadaptados al sistema social, estos supuestos errores humanos, o genéticos, estos seres de reciclaje en una sociedad altamente elitista como la nuestra, en ellos, digo, se encierra el mismo secreto de la vida. Pero no tardo en olvidar tales pensamientos, yo soy parte de los listos y tengo unas obligaciones de listo que cumplir. El autobús sigue avanzando, en definitiva, y esta sociedad no permite que nos rezaguemos. No estoy programado para seguir pensando en él.
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Andrés Pons
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Fecha de inscripción : 24/04/2007

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MensajeTema: Re: Obras rechazadas   Obras rechazadas Empty03.09.08 4:22

No te desanimes porque las rechazen, muchos solo cogen a gente de alrededor o colegas, eso no les quita calidad.
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GuillermoLinares
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MensajeTema: Re: Obras rechazadas   Obras rechazadas Empty03.09.08 4:27

No si no me desanimo. Me cabreo, que es distinto. Porque además, en principio no se valora la calidad artística, sino que simplemente no haya faltas de ortografía.

Me las devolvieron diciéndome que les faltaba darle un repaso. Yo las cuelgo aquí y que cada uno judgue lo que le falta y le sobra.
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